fbpx

Te compartimos 10 consejos sencillos que te pueden servir para que dejes de aplazar las tareas que puedes hacer de inmediato.

¿Alguna vez has dejado para mañana lo que podías hacer hoy?

Seguro que sí.

Se llama “procrastinación” y nadie está a salvo. La generalización del teletrabajo debido a la pandemia del covid-19, por ejemplo, supone todo un reto para evitar las tentaciones de procrastinar, algo a lo que no ayudan tampoco las tecnologías.

Para muchas personas, conseguir centrarse en una tarea delante del computador, sin la presión de sentirse observado por jefes o compañeros, y con mil y una distracciones al alcance de un clic (un e-mail que llega, una notificación en las redes sociales, un repaso rápido para ver las noticias del día) es una misión imposible.

Lo peor de todo es que la procrastinación, en general, nos hace sentir mal. No es lo mismo planear una tarde relajada que consiste en recostarse en el sofá o dedicarse a ver series o el móvil, que saber que tienes tareas por hacer y ver cómo pasan las horas sin que avances absolutamente nada.

En los últimos años se han publicado varios estudios psicológicos que achacan este fenómeno a un problema de gestión de las emociones y no del tiempo. La idea es que la tarea que posponemos nos hace sentir mal por algún motivo (quizás por ser aburrida o demasiado difícil), y para sentirnos mejor en el momento (no a largo plazo), nos ponemos a hacer otra cosa, como ver vídeos.

En todo caso, lo cierto es que no nos gusta procrastinar, pero a veces nos faltan herramientas para luchar contra la tentación. En su libro Procrastination: Why You Do It, What to Do About It Now, las psicólogas Jane Burka y Lenora Yuen ofrecen algunas estrategias para abandonar el mal hábito de aplazar las tareas importantes.

Quizá te funcionen algunas de estas técnicas:

Busca objetivos realistas y relativamente fáciles de cumplir

Tendemos a ser demasiado utópicos cuando establecemos metas. Cuéntale tus propósitos a alguien que te conozca bien: si esa persona cree que has sido poco realista, reduce tus listados para evitar la frustración limitadora.

Comprométete públicamente

Habla de tus objetivos a personas que sepas que te van a apoyar y que van a estar pendientes de ti.

Prepara tus propias recompensas para cada fase de la tarea

Busca pequeños incentivos y prémiate con frecuencia. Es mucho más gratificante esa dosis continua de satisfacciones que buscar un gran premio para el final del proceso

Adapta tu horario a tu propio biorritmo

¿Eres diurno o nocturno? Es importante que trabajes en tus momentos de mayor energía.

Para preparar un objetivo grande, divídelo en pequeñas tareas

Cuando se trata de una meta a mediano o a largo plazo, lo más difícil es empezar. Divide su ejecución en distintas fases, esto te ayudará.

Utiliza la regla de los cinco minutos

Se trata de una norma sencilla: si proyectas una actividad que puedes ejecutar en los próximos cinco minutos, no la planifiques: hazla ya.

Sé asertivo

Tu procrastinación viene, muchas veces, de compromisos que has adquirido por no saber decir “no” oportunamente.

Intenta ser proactivo

Por ejemplo, en vez de leer pasivamente, subraya y haz esquemas.

Recuerda continuamente cuál es tu motivación

Trata de tener presente (apuntándolo en un papelito al lado de tu computador, por ejemplo) por qué quieres emprender esta tarea. No te conformes con los “Tengo que…”, son mucho más efectivos los “Quiero…”.

Trata de encontrar un sentido vital amplio a lo que haces

Si lo tomas siempre como una tarea desagradable que debes realizar, es más difícil que te motives. Busca la forma de asociarlo a algo que te permite tu crecimiento personal.